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Pove del Grappa: La Conca degli Ulivi

Pove del Grappa: La Conca de los Olivos

Pove del Grappa es históricamente un pequeño enclave de excelencia entre el río Brenta, la ciudad de Bassano y la montaña sagrada de la Patria, el Monte Grappa. Fue la sede privilegiada de los patricios venecianos en busca de paz. De sus canteras de piedra extrajeron materia prima escultores como Orazio Marinali, el maestro de la estatuaria del Barroco tardío. Florece la tradición de los canteros, una calidad de la madera que marca la diferencia, especialmente en los pavimentos domésticos, ligada al cultivo centenario del olivo. A modo de represalia, la etimología de Pove remite al latín poveledum, que significa álamo pequeño. Los primeros vestigios de cultivo del olivo se remontan a 1263, como lo demuestra el inventario de las propiedades de Ezzelino da Romano, el poderoso señor de la época. Las autoridades eclesiásticas lo aprovecharon como un recurso precioso para las necesidades de iluminación y culto. En 1352, con motivo de la investidura de la parroquia local, Paolo di Cherso recibió una quincena de olivos del obispo de Padua, el Debrandino. Era tradición que a la iglesia se le debía un pequeño tributo de aceite como parte del producido por los distintos productores.

El petróleo, en la zona, atravesó un período de relativo olvido hasta finales de la década de 1920, prevaleciendo cultivos más rentables, como la vid y la morera.

En la década de 1920 volvió el interés por este cultivo, favorecido también por una legislación destinada a fomentar los consorcios.

La zona de Pove tenía características favorables, buena exposición solar, protección de las corrientes frías del Norte, suelo calcáreo con buen drenaje, un microclima en el que se alternan fortalezas y debilidades. Los descensos bruscos de temperatura pueden ser perjudiciales para la cosecha, del mismo modo que es cierto que el clima invernal puede ser un antagonista natural de la mosca del olivo.

En la economía rural de la época, el petróleo tenía su propio nicho bien definido. Contribuyó a la elaboración de panada, alimento para destetar a los niños o consolar a los ancianos. Para devolver fuerzas a las madres tras dar a luz, se les ofrecía pan frito en aceite y una buena copa de vino tinto.

Pove del Grappa, vista sui tornantiEn los años ochenta, el cambio de ritmo, como lo demostró Orio Mocellin, histórico alcalde de la localidad y ahora Consejero Nacional de las Ciudades Petroleras. El olivo ha salido de la dimensión doméstica y ha asumido un papel más acorde con la creciente demanda de calidad que se ha extendido rápidamente por todo el país. Baste decir que en Italia hay trescientos treinta olivares.

Las Ciudades del Petróleo, fundadas en 1994, están presentes en dieciocho regiones, sin olvidar que Italia es el país de Europa con el patrimonio más extendido a nivel territorial.

Gracias a la previsión de algunos empresarios de la zona se han perfeccionado las técnicas de recolección y elaboración de la aceituna, precozándose la recolección y molienda al día siguiente.

En 2001 llegó el reconocimiento DOP para el aceite Veneto del Grappa, al año siguiente se inauguró la almazara de la cooperativa social y en 2006 entró en el prestigioso circuito de las Ciudades del Aceite.

Los resultados son tangibles, el cultivo del olivo en los últimos diez años se ha más que duplicado, reemplazando a otros que, con el tiempo, lo habían sustituido.

Paseando por el pequeño centro de la ciudad se percibe el cambio de ritmo, el olivo ha sustituido a las magnolias y a los pinos marítimos en el mobiliario urbano, también porque ecológicamente es una planta ideal.

En la visión de los productores locales no faltan ideas y en colaboración con el instituto agrícola local, en primer lugar, el proyecto de la Strada dell'Olio que desde la zona de Vicenza conduce a la zona de Treviso a lo largo de la carretera Pedemontana que conecta idealmente a las carreteras de Prosecco.

Entre los pequeños productores heroicos de la Conca degli Ulivi, es significativa la historia de Tenuta Gentile Bizzotto, un empresario del sector textil que en los años sesenta abrió la nueva fábrica en las laderas de Grappa, rodeada de olivos centenarios. Decidió mantener viva esa tradición y plantó 200 olivos para cada uno de sus dos hijos y Francesco uno de estos, pensó en mantener y renovar esta tradición familiar, no sólo cuidando el olivar de sus padres sino, junto con su esposa Katrien, dedicando 250 plantas nuevas a cada uno de los tres hijos.

 

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